Por más que me empeñe en negar lo que siento, nadie puede engañarse a sí mismo; por ello hoy, tras estas
palabras se esconde aquello que nunca te he podido decir: te quiero.
Tenía que
pasar así, porque en la vida todo vuelve, tanto lo positivo como lo negativo y
en esta partida aún no se había jugado la última carta.
Aventuré cuando te
conocí qué es lo que pasaría, y cuánto me duele hoy no haberme equivocado.
Y puesto que requiere el mismo trabajo amar que odiar, hoy día me esfuerzo para
conseguir lo segundo y con ello me consumo.
Porque amar puede doler… Pero odiar
nos destruye.